Coincidir, estar sincronizados,
pareciera ser un asunto fortuito,
una casualidad inesperada de la vida.
Sí, dicha eventualidad, en muchas oportunidades,
puede resultar inmensamente bella y trascendental, mágica.
Pero coincidir es mucho más. Es una decisión, una voluntad,
un deseo de ensamblarse. Es un hecho más que una idea,
una realidad más tangible, material que etérea.
Es una acción deliberada de estar juntos.
Es algo más cercano al acto de bailar, de hacer música y hasta de amar.
Ser consciente del acontecimiento,
de la huella impresa, –una muy hermosa y única–.
Una intención, una campaña clara de construir, de traer a la realidad la existencia y encapsularla en la memoria,
en el corazón, en el cuerpo, en la sonrisa, en la lágrima.
Es decir, más allá de lo azaroso de su característica,
es un voluntariosa y determinante decisión de asir.
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Julián Garcés Ocoró
Bogotá, julio 2018
Foto: José Antonio Aristizabal
Artista plástico y percusionista, gran amigo y referencia de vida
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